miercuri, 23 mai 2012

LA AFLICCIÓN A MENUDO PRODUCE OBEDIENCIA

Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. Sal. 119:67. 


La madre de Roberto era una piadosa adventista. Ambos vivían en las praderas, alejados varios kilómetros de la iglesia mas cercana. Mientras asistía al colegio Roberto pasaba la mayor parte de su tiempo libre en las canchas de football, de basketball,de baseball, en la pista, o en el ring de box. El amor y las oraciones de su madre acompañaron en todo tiempo al atolondrado joven. Siempre terminaba sus ruegos pidiendo que en el reino de Dios se mantuviera incólume el circulo del hogar.

Cierto día le llego un telegrama avisando que su madre estaba al borde de la muerte. Juntamente con otros familiares fue a verla. Durante varios días, la madre paso en estado de coma, y el descuidado joven tuvo oportunidad de  hacer serias reflexiones.

Llego el momento cuando Roberto tuvo que ver, con sus ojos anegados por el llanto, que su madre sufría los estertores de la muerte, y luego la vio dormirse para siempre. Su corazón quedo quebrantado.

Unos pocos minutos mas tarde, en otra habitación, el joven elevo sollozando una oración de entrega a Dios. "Señor, ¿ que quieres que haga? Y la respuesta fue completamente audible para el: "Dame, hijo mio, tu corazón; y miren tus ojos mis caminos", Y allí, sobre sus rodillas, entrego el joven su corazón y su vida a Dios. Durante mas de veinticinco años ese joven ha sido un pastor ordenado. El puede decir con el salmista: "Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra". Lo se, porque yo soy Roberto.

sursa: PIERSON, H. Danos Hoy. Mountain View, Caifornia, EEUU: API, 1960, pp., 171.


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